Además del mucho deporte (fútbol, baloncesto, boley, natación...) y del mítico juego de los Lobos, nos quedó mucho tiempo para otro tipo de juegos. Algunos juegos eran más "traquilos", después de comer, y, otros, podriamos decir que eran más movidos. Estos son los que hacíamos fuera de Fonteboa y a los que nos vamos a referir. A veces aprovechamos las excursiones pero, los más esperados, llegaban después de la cena cuando el sol ya se despedía.
Buscando la "nocturnidad", que siempre añade un plus a los juegos, desarrollamos la imaginación para pasar un buen rato entretenidos. Los que estáis acostumbrados a los campamentos conoceréis algunos de los juegos en equipo como la "caza de firmas", "Comando Swatt"... Al final se trata en casi todos de correr delante de los monitores o de llegar al "cuartel" del equipo contrario sin que te pillen.
Uno de los juegos más sencillos, pero que fue muy emocionante, es el que llamamos "El Indio Dormido". El susodicho indio estaba sentado con un cuchillo clavado en el suelo entre sus piernas. Todos los demás debían acercarse con todo sigilo y desclavar el cuchillo. El indio, cuando oía el más mínimo ruido, levantaba la mano y el director del juego tocaba el silbato. Todos tenían que quedar parados en el sitio y el indio desenfunda la linterna y, apuntando al lugar de donde cree que procede el ruido, la enciende. Si la luz daba en uno de los "asaltantes", este quedaba eliminado.
Algunos, como William, demostraron tener buen oído... y buena puntería pero, otros, estaban más sordos que una tapia. De todas maneras no fue fácil sorprender al indio pues el lugar elegido tenía una hierba bastante alta que, por desgracia para los asaltantes, hacía mucho ruido.